Por Julio César Iglesias, CFA
Editor Invelat
En 2008 el inversionista más famoso del mundo, Warren Buffet, lanzó un desafío a los gestores de Hedge Funds, los ‘genios’ de Wall Street que administran las fortunas de los millonarios utilizando complejísimos modelos matemáticos y desplegando la última tecnología computacional.
El desafío era sencillo: Buffet escogería un activo y lo pondría a competir contra un portafolio de los mejores Hedge Funds. El ganador sería aquel que obtuviera un mayor retorno durante los diez años siguientes. Período suficiente para evaluar cuál estrategia de inversión resultaba ser superior.
A primera vista parecía que Buffet, un anciano de noventa y ‘pico’ que todavía lee balances impresos, era David. Y que los Hedge Funds, con sus legiones de egresados de Yale, Harvard y sus algoritmos hipercomplejos corriendo sobre megacomputadores, se parecían más a Goliat.
Salvo porque Warren es el mejor inversionista bursátil de la historia. Salvo porque es uno de los hombres más ricos del mundo. Salvo porque no suele equivocarse cuando habla de dinero.
Pero hubo un hombre que se tuvo la suficiente confianza para aceptarle la apuesta y contradecir a la leyenda de las leyendas de la Bolsa. Ted Seides, el gestor de Protégé Partners, una familia de Hedge Funds. Luego de que Buffet lanzara públicamente el reto, Seides le escribió una carta, a la antigua, en sobre y con sello postal. Aceptaba la apuesta y fijaba el valor: Un millón de dólares.
Claro para Warren, cuya fortuna es de muchos miles de millones de dólares, un millón representaba lo mismo que un café en Juan Valdez para usted o para mí. Pero lo que estaba en disputa no era un millón, ni un café, sino dos visiones filosóficas sobre la gestión de las inversiones.
Las armas de Buffet
Cualquiera pensaría que Buffet echaría mano de lo más sofisticado de la tecnología financiera o invertiría en los gestores más competentes para derrotar a Seides y a sus muchachos. Nada más lejano de lo que en realidad hizo: escogió el instrumento más aburrido que uno se puede imaginar en el mundo de las acciones. Uno que podría administrar el recién egresado de una universidad con una hoja de Excel: Un fondo indexado al S&P 500.
El ‘oráculo de Omaha’ , como le dicen a Buffet, ha sido sido un conocido escéptico de la capacidad que tienen los modelos sofisticados y los gestores de prestigio para cumplir lo que prometen a sus inversionistas, es decir, obtener un desempeño superior al del promedio del mercado. Para Warren lo más inteligente, al menos para un inversionista medio, es comprar un fondo pasivo que cobre las comisiones de gestión más bajas posibles.
En contravía de lo que ofrecen casi todos los Hedge Funds, los Portfolio Manager, y los traders en general, que aseguran buscar un rendimiento que supere al de los índices (lo que justificaría las elevadas comisiones que suelen cobrar), la realidad es que pocas veces consiguen cumplir con esa promesa de manera consistente.
Es decir, es normal que en un año algunos o muchos fondos de inversión superen la rentabilidad (después de costos) del S&P 500, sin embargo es muy raro que esos mismos lo hagan de forma consistente durante varios años.
En otras palabras, para Buffet las apuestas de los Hedge Funds, aunque podrían generar retornos espectaculares durante momentos específicos, a la larga no iban a compensar una estructura de costos elevadísima y las pérdidas que otras jugadas, menos afortunadas, iban a producir en sus portafolios.
Pero esa hipótesis, la de la imposibilidad de batir de forma continua la mediocridad del mercado aún usando las herramientas más avanzadas, no es de autoría de Buffet. Ya las Hipótesis de la Eficiencia de los Mercados, de Eugene Fama, nos explicaban lo complicado que es intentar predecir los precios futuros de los activos financieros. Y la Teoría del Portafolio de Markovitz, desde los 50, planteaba que lo mejor que podía hacer un gestor de inversiones era diversificar, en cuanto fuera posible, su portafolio. Más acciones en la cartera implican menos riesgo por la misma rentabilidad.
Pero los que trabajamos en lo bursátil queremos creer que podemos perseguir activamente el «Dorado», escoger las acciones ganadoras, acortarnos en las perdedoras, en últimas, vencer a ese monstruo ultracomplejo que es el mercado.
Los traders ignoramos a Buffet, y nos tapamos los oídos cuando nos hablan de eficiencia y diversificación. En parte porque trabajamos en una industria cuyos ingresos dependen, en buena medida, de la idea de que podemos superar al mercado, en parte porque no aceptamos rendirnos ante el hecho de que nuestro trabajo lo podría hacer mejor un estudiante de bachillerato.
El resultado de la apuesta
La apuesta no pudo comenzar peor para Buffet, con la gran crisis financiera de 2008, el primer año Buffet cerró 20% por debajo de los Hedge Funds de Seides. Los chicos de Wall Street, y sus algoritmos de especulación y coberturas, lo dieron todo en los primeros metros.
Pero no se trataba de una carrera de velocidad sino de una de resistencia. A la larga, y después de nueve años, el fondo indexado de Buffet rentó 7,1% anualizado y la canasta de Seides apenas 2,2%. Casi 500 puntos básicos por debajo del gurú, la derrota de Seides fue brutal. Si hubiera sido fútbol hablaríamos, al menos, de un cinco a cero.
El millón, como era de esperar, no le hacía falta a Buffet y decidió donarlo a una fundación femenina de Omaha.
Pero no solo perdió el joven retador, golpeado hasta el Knock Out por el viejo campeón, sino que perdió toda la industria de gestión de activos que ni usando sus mejores armas pudo superar a la simplicidad aburrida de los índices.
Perdimos también los traders, los que desde una App intentan ser «sus propios jefes», pero también a los que ofrecen «gestión profesional» y «stock picking» de clase mundial.
El viejito de Omaha, seamos claros, nos ridiculizó a los traders. A los Portfolio Manager. A los tipos que van vestidos de paño a ofrecerte lo «último en guarachas» en un fondo de inversión activo.
Si Buffet era Real Madrid y Seides era Millonarios, entonces le ganó por ocho a cero. ¿Cuántos nos haría a nosotros que estamos en la tercera división de la liga boliviana?