Redacción Invelat
La nueva versión de la reforma pensional viene con una desagradable sorpresa para los trabajadores informales: empeora todavía más las condiciones a las que deberán someterse si quieren cotizar a la seguridad social.
La ponencia para primer debate del proyecto de ley de Reforma Pensional (o Ley 293 de
2023) se ha radicado en el Senado de la República y con un alarmante artículo 18, que
parece escrito por quienes poco o nada conocen el estado del mercado laboral
colombiano, y especialmente, la informalidad laboral estructural en la que se encuentran
12,7 millones de colombianos o el 55,8% de los trabajadores, según el DANE (2023).
Este artículo 18 define a uno de los cuatro pilares de la propuesta pensional, el Pilar
Semicontributivo, en el cual se encontrarán los trabajadores que no alcanzaron a cotizar
suficientes semanas para adquirir su pensión (entre 300 y 999 semanas). La mala noticia
aquí, es que estos trabajadores, que por regla general no pueden cotizar las semanas
necesarias debido a la inestabilidad laboral, verán deteriorados sus beneficios
pensionales frente a la propuesta inicial, gracias a una pequeña ─pero importante─
modificación que abordaremos a continuación.
Al caído caerle
Como ya lo mencionamos, en el Pilar Semicontributivo se hallarán los trabajadores que, a
lo largo de su vida, no lograron cotizar las semanas requeridas para pensionarse. Estos
trabajadores, ya en la propuesta inicial, iban a recibir una renta vitalicia irrisoria por sus
aportes. En la siguiente tabla observaremos las rentas estimadas (no heredables) de la
reforma original:

Uno de los cambios del artículo 18 consiste en el ajuste del rango de semanas cotizadas
para aplicar al Pilar Semicontributivo, el cual pasará de un mínimo de 150 (como se
aprecia en la tabla anterior) a uno de 300 semanas, dificultando el acceso a ciertos
beneficios.
Pero el cambio más importante se realizó sobre el cálculo del valor de la renta
vitalicia. Antes, para obtenerlo, se aplicaba un aumento del 3,0% efectivo anual sobre lo
cotizado, pero esto fue eliminado en la ponencia, dejando únicamente un subsidio del
20%, lo que supondría una renta menor a la esperada en la reforma original (las
estimaciones de la tabla anterior serían inferiores).
Realizando un cálculo simple:

En este punto, debería parecernos evidente que la reforma pensional ha empeorado tras
su paso por el Congreso, contrario a lo que se podría haber esperado.
Los trabajadores del Pilar Semicontributivo no sólo recibirán menos renta, sino que, además, se verán
obligados a financiar aquello que funciona mal, sin derecho a réplica. Y si bien es cierto
que, para las mujeres, habría una reducción de la edad de pensión (de 62 a 60 años), esto
no compensaría la fuertísima disminución de las rentas vitalicias, a pesar de que,
seguramente, eso será utilizado para vender la reforma pensional como una reivindicación
de los derechos de la mujer.
Pero, ¿y qué hay sobre aquellos que no alcanzaron a cotizar al menos 300 semanas? Pues resulta todavía peor.
Los trabajadores que hayan cotizado hasta 299 semanas, le habrán entregado todas sus cotizaciones al Estado y sólo recibirán a cambio una indemnización sustitutiva, a la cual no se le reconocerá rendimiento real alguno. Esto sería semejante a prestarle el dinero al Estado durante algunas décadas, sin cobrarle el interés correspondiente o, en otras palabras, un muy mal negocio para cualquier persona que valore su propio trabajo, pero, en cambio, uno muy bueno para el gobernante que necesita, sin decirlo abiertamente, captar fondos para saldar sus deudas con la clientela.

Así pues, son los trabajadores informales, los menos favorecidos, que tal vez por su mala suerte no lograron llegar a tener una vida laboral estable, quienes se tragarán sin chistar uno de los peores cambios que trae la reforma pensional. Con todo lo anterior, sorprende que esto se esté intentado vender al público como algo especialmente favorable para el trabajador, cuando la realidad dista mucho de esa pretensión.
Más bien, parece una manera solapada de explotar al trabajador mediante cotizaciones obligatorias, en lugar de permitirle elegir, con variedad de opciones, qué hacer con el fruto de su trabajo; si cotizarlo en un fondo privado o público, o si consumirlo en lo que desee. En definitiva, la reforma pensional no sólo le devuelve al trabajador minucias tras largos años de cotización, sino que también se encuentra ─al menos por ahora─ articulada para perjudicar más a quienes menos suerte tienen.